sábado, 14 de julio de 2007

Metrosexual



“ÚNICAMENTE LA GENTE VACÍA NO JUZGA POR LAS APARIENCIAS. EL VERDADERO MISTERIO DEL MUNDO ES LO VISIBLE, NO LO INVISIBLE.”

- Oscar Wilde

No te sientas mal, niña. Que el niño haya perdido el interés en tu persona no es cosa tuya, pues me consta lo amorosa y buena chica que has sido durante todos estos años, fanatismo y adoración ahora convertidos en angustia al no saber por qué demonios el noviecín ya no te quiere meter mano y mucho menos te susurra al oído “dame más gasolina” y otras linduras poéticas que te hacían estremecer de amor y acicalarte hasta pa´ salir a la esquina.

“He evolucionado, nena”, te ha dicho ese hombre al que tanto sigues amando. Pues bien lo planteó Darwin en la Teoría de la Evolución. El ser humano, para adaptarse a su ambiente, simplemente evoluciona: de primate a hombre y de hombre a metrosexual. Sí, así se hace llamar, metrosexual, mote cuya única explicación lógica que encuentro en mi inconmensurable inopia es que los tipos como él ahora son tan sexuales que el género masculino les quedó corto, es decir, no les cupo en el escroto, así que tuvieron que colgarse de la moda femenina para extender su sexualidad, que por lo que voy viendo es más infinito que el mismísimo Universo.

Sé que tal vez lo que te voy a decir ahora no te haga sentir mejor, pero igual te lo digo: no eres la única agraviada en este asunto, los que nos seguimos considerando hombres (traducción: los que nos calzamos la primera muda de ropa que tenemos a nuestro alcance) estamos jodidos, fuera de lugar, fuera de la jugada, fuera de la movida, out, o sea, ya no tenemos oportunidad con las mujeres como tú. Los diseñadores, estilistas, ejecutivos de revistas de vanidad y demás encargados de llevar los destinos de la moda por los sinuosos caminos de la vida y de la sociedad nos convirtieron en Australopitecus en pleno siglo XXI.

Ahora el hombre que se de a respetar, o lo que es lo mismo, que quiera conquistar a una mujer, tiene que vestir con blusas transparentes y arrugadas, es decir, salir a la calle envuelto como un repollo. Los pantalones son otra historia, los hay muy variados y de todos colores, que para eso son los colores, para usarlos, ya sean rojos, fucsias o blancos, mientras más llamativos, más éxito te augura la noche en los bares llamados lounge donde tocan música chillout. Porque hoy día portar unos blue jeans que te calcen cómodamente las piernas, de esos con dos bolsas delanteras y dos traseras, te convierte en automático en un tipo raro, un pandroso, casi casi un terrorista de la moda, porque los que hoy saben del buen gusto decidieron que es una buena idea enfundarse en unos jeans con cientos de bolsitas falsas y con tantas aberturas como le sea posible a unos pantalones resistir antes de que se te salgan los genitales por uno de esos agujeros tasajeados con total alevosía. Tus jeans tienen que ser desechables para que no caigan en el mal gusto de envejecer y romperse dignamente con el paso de los años, junto contigo, pasando por alto que unos jeans deben ser como un buen matrimonio católico: hasta que la muerte los separe.

Mientras allí andan bien desatados los metrosexuales, pavoneándose, contorsionándose y sintiéndose unos machos que ni Pedro Infante causaba tantos calores en las hembras, por eso te han abandonado, muñeca. Los metrosexuales tienen tantas mujeres que para qué conformarse con una sola. Además, así como lo ves, si no logran su objetivo de conquistar a la mujer que les apetece, igual tienen a sus amigos metrosexuales, que viéndolos así como van vestidos, se les acentúan unas curvas más peligrosas que las tuyas. ¿O me dirás que tus cejas están mejor depiladas que las de ellos, que tus pestañas están más largas o que las sombras de tus ojos son más enigmáticas, que inviertes más tiempo que él en embadurnándote cremas desde la nuca hasta los tobillos, o que tu pedicure y manicure son más bonitos, o que tu blusa es más fashion, o que tu minifalda es más provocativa que sus jeans raídos, o que tu bolso es más llamativo que sus cinturones de diamantina, que tus zapatos son más bonitos que sus mocasines blancos, que tu depilado de cuerpo entero es mejor que el suyo, o que tus luces en el cabello son más espectaculares, o que tu alaciado de cabello opaca a sus escrupulosos peinados despeinados de engominados salvajes? No mi niña, no puedes competir. Porque o son otras como tú que se mueren por estos David Beckhams o son otros David Beckhams quienes te comen el mandado.

Sí amiga, vete enterando, que yo en esas ando, viendo que el mundo es tan fantástico y súpershibidubi que hasta los machos Alfa les ha dado por coquetear o entrarle de lleno a la metrosexualidad, moda impuesta por geniales personajes que parecieran haber escapado de algún cuento de Hans Christian Andersen, que al comprender lo fácil y manipulable que es el hombre, le vendieron la idea de que disfrazarse con las ropas de sus hermanitas, amigas y novias serían la sensación en esta sociedad tan moderna.
Así que si me disculpas, me voy a una cantina con mis amigos Cromagnones a tomarme unas cervezas, igual y de paso paramos en Zara y nos compramos unos mocasines blancos y unas blusas de colores tornasol como las que usa tu novio que tanto amas y no puedes olvidar, en un descuido hasta te enamoras de mí, yo, que secretamente te quiero dar un poco de gasolina, cariño.

1 comentario:

MILENIO NOVEDADES (Yucatán) dijo...

Publicado en:

MILENIO NOVEDADES 30 NOV 08