lunes, 8 de octubre de 2007

Jaque Mate


No es secreto para nadie que los magnates cuando tienen fiestas como cumpleaños, bodas, o quince años o primeras comuniones de sus hijos, no escatiman en gastos y contratan en sesiones privadas al artista que deseen sus retoños. Los artistas por su parte aceptan los botines, gustosos pues es dinero rápido y fácil, además de que no tienen que declarar ante Hacienda estas ganancias extras.

Pero, ¿qué ocurre cuando se ventila la noticia de que un artista famoso ha sido contratado para animar una fiestecita infantil? El artista involucrado lo niega rotundamente para que su carrera no se vea afectada y se piense que es una de los tantos artistuchos del montón que se ganan la vida yendo de fiestas infantiles en fiesta infantiles cual payaso Lagrimita. ¿Y qué ocurre cuando la fiestecita infantil resultó ser la del hijo del capo de algún cártel de la droga? Esta vez el artista involucrado lo negará tres veces –como Pedro a Jesús- o las veces que sean necesarias, aunque exista evidencia de su actuación como pueden ser fotografías y videos en las manos de los invitados a la fiesta.

Este es el caso de Roberto Gómez Bolaños, alias “Chespirito”, el cual se ha visto envuelto en una de estas incomodas situaciones gracias a la publicación del libro “El hijo del ajedrecista”, cuyo autor es el hijo del legendario líder del cártel de Cali, Gilberto Rodríguez Orejuela, alias “El ajedrecista”. En el libro, Fernando Rodríguez Mondragón hace públicas las contrataciones de artistas como Chespirito (incluidos La Chilindrina, El Profesor Jirafales, El Señor Barriga, etc.) y Juan Gabriel, este último tomándose la libertad al final del show de plantarle un beso en la mejilla a “El Ajedrecista”, lo que provocó que Juanga tuviera que abandonar de inmediato -y tal vez para siempre- Colombia.

Chespirito por su parte no besó a nadie, pero sí recibió 220 mil dólares por su actuación frente a los capos de la droga, suceso que hoy día niega y le indigna de sobremanera. Supongo que habrá que confirmar la veracidad de la noticia, pero no sé porque tengo la ligera sospecha de que la historia del hijo de “El Ajedrecista” es tan cierta como ciertos impuestos que no declaró Chespirito en los años ochentas.


Fuente: periódico El Universal.

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