viernes, 28 de marzo de 2008

Coincidencias muy coincidentes

Sobra hacer la aclaración de que la infinita mayoría de las revistas solo existen como pretexto perfecto para que las empresas puedan promocionar sus productos de manera masiva.

Es triste e igualmente lamentable ver que a los dueños de las revistas poco les importa el contenido de su producto; a ellos solo les interesa vender el mayor número de páginas a sus patrocinadores para que estos subsidien la circulación de la publicación, aunque ni el lector más tonto entre los tontos esté dispuesto a leerla.

El éxito de una revista no se basa en el número de lectores que tenga, sino en el de empresarios que estén dispuestos a pagar por promocionar sus productos en las páginas de esta.

Existen revistas, desde luego, que mantienen un equilibrio entre el contenido (aunque sea cotilleo barato, porque conocen muy bien a sus lectores) y un número respetable de patrocinadores que los respalde. Es en estos casos donde tanto editores como patrocinadores se las ingenian para mezclar notas con anuncios comerciales de modo que estén relacionados entre sí pero que al mismo tiempo el lector (que es un perfecto imbécil) no lo note.

Pongamos algunos ejemplos.

Digamos que la revista tiene una sección de viajes a lugares glamorosos y/o exóticos. ¿Qué hacer en estos casos?



La revista es leída por gente del tercer mundo, donde solo las clases favorecidas podrán ir a Londres, así que los vendedores de la revista van con la Secretaría de Turismo de Guanajuato para que se moche con una tajada para que así los clasemedieros rompan el cochinito y se lancen a Guanajuato, que dicho sea de paso, es una belleza*.

Si la revista tiene una sección de cocina, es obvio el procedimiento a seguir:


Nutrioli contrata al nudista de yoga más famoso de la televisión y éxito garantizado. No importa que los platillos que coma el principado de Suecia ni siquiera sean preparados con aceite.

Si la revista tiene sección de moda y compras, tarea fácil; aquí el patrocinador perfecto para que las señoras y jovencitas puedan darse esos lujos del premier monde:



Pero como les dijimos, existe un equilibrio. La mayoría de las veces son las empresas las que propician la creación de notas para que sus productos tengan algo en común con la revista, lo cual, sobra decir, es tarea facilísima.

Aquí unos ejemplos.

El patrocinador es una cervecería. ¿Qué hacer?

Lindsay Lohan al rescate. La revista pone en su sección de cine a la actriz más ebria y golfa de la temporada de tal forma que combine con el anuncio de la cervecería que promueve los mismos valores que tiene la putizorra de Hollywood.

¿Qué hacer si uno de tus patrocinadores es un yogurt dietético?

Fácil. Pones a una famosa con sobrepeso. De tal forma invitas al los clientes potenciales a consumir el yogurt para evitar tener la figura de un perro parado como el de Mariah Carey.


¿Y si tu patrocinador es una empresa que vende alaciadores de pelo, qué es lo que tienes que hacer? Fácil:



Finalmente, si tu patrocinador es un enjuague bucal contra el mal aliento, cuyo anuncio para colmo de males está ambientado en la playa, porque ahora estamos en período vacacional, lo que debes hacer es lo siguiente:

Pan comido. Nada como poner a un viejo putísimo y mañosón, sobándose y echándole su aliento en la cara a una mujer que podría ser su hija. En la playa, desde luego.


* Este anuncio no fue pagado por la Secretaria de Turismo de Guanajuato... ¿o sí?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Quieres anunciar Pildorita de la Felicidad, Qué haces, fácil, pones a uno que le dieron un balonazo en los huevos.

El respeto al derecho ajeno es la paz.

Saludos, Bomberito.