domingo, 20 de abril de 2008

Sólo la Revolución se televisará







Después de iniciar un procedimiento sancionatorio, la Comisión Nacional de Comunicaciones de Venezuela ha prohibido (veladamente, a través de una “recomendación”) la transmisión de Los Simpson por la cadena Televen de ese país. Extraña, en primera instancia, que un Gobierno como el de Hugo Chávez -tan abiertamente opositor al imperalismo yanqui- repruebe un programa que ha retratado a Estados Unidos sin escatimar sarcasmos, pero más inquieta saber los motivos de esa salida: según el órgano oficial, la familia amarilla “no es apta para niños” y “contiene mensajes que atentan contra la formación integral de los adolescentes”.

Lo peor del caso: ¡es verdad! Si pensamos en los niños como en bolivarianos en formación a los que sólo es sano ver Aló, Presidente, sí, Los Simpson no es apto para ellos. También es lógico cuando sabemos lo mucho que le preocupan los infantes a Chávez (una observación de su hija de ocho años sobre el caballo del escudo venezolano que avanza hacia la derecha, hizo que la Asamblea Nacional cambiara la posición del equino hacia -adivinen dónde- la izquierda). ¿Qué va a hacer Televen para llenar el vacío que dejará la creación de Matt Groening? Programar Guardianes de la bahía, al que la censura venezolana ni siquiera increpará, porque los bikinis de Pamela Anderson son rojos.

“¡Tanto escándalo por una simple caricatura!”, dirá alguien. Pero no debemos irnos tan aprisa. Según la revista Time, Los Simpson es la mejor serie de televisión del siglo XX y Bart uno de los iconos culturales de la última centuria, junto a Picasso, los Beatles y algunos otros. Para no ir más lejos, el historiador y profesor de la Universidad de Francfort, Henry Keasor, consideró a la serie como “parte de la literatura universal”, lo mismo el escritor Alan Moore, quien ha dicho que aparecer en el programa “es el título honorario moderno más importante de nuestra época; de hecho es mejor que si te hicieran Papa” (lo dice alguien que no sólo cambió la manera de hacer cómics en el mundo sino que apareció en Los Simpson junto a los no menos trascendentales Art Maus Spiegelman y Daniel Ghostworld Clowes).

Pero qué va, el humor siempre dará molestias. Recordemos que George Bush (el padre del Míster Dánger) también condenó a la familia amarilla por la imagen negativa que proyectaban. ¿Por fin, los Bush y Chávez coincidieron en algo? Sí, como los emos y los punks, ambos tienen más semejanzas de las que públicamente aceptarían.

Chávez sabe mejor que nadie el poder de los medios. Desde su fallido golpe contra Carlos Andrés Pérez en 1992, supo que el rating lo es todo. En la pretensión de que los demás insurrectos depusieran las armas, el Gobierno de Andrés Pérez puso al líder rebelde a dar un mensaje a sus compañeros, mensaje que se convirtió en una alocución política. “Lamentablemente, por ahora”, dijo Chávez en aquella ocasión, “los objetivos que nos planteamos no fueron logrados en la capital (...) Ante el país y ante ustedes, asumo la responsabilidad de este movimiento militar bolivariano. Muchas gracias”. Ese “por ahora” no fue sólo la frase más recordada del mensaje, sino todo un vaticinio. Por ello, el movimiento golpista que en la práctica fue un desastre, logró su auténtica victoria a nivel mediático, pues colocó en el mapa al entonces desconocido rebelde.

“Chávez siempre es una emoción”, ha apuntado el periodista y narrador venezolano Alberto Barrera Tyszka. “Enamora o irrita, pero jamás aburre, es un producto que no conoce la indiferencia”. Y es que ahí está la clave para entender la expulsión de Los Simpson de la televisión: el presidente quiere ser el único comediante que critique a los EU. No es, en todo caso, un acto de censura sino una exageración monopólica.

Chávez es un histrión, una cruza de showman y orador revolucionario. Alguien a quien es fácil imaginar preguntando a su público “¿Quieren otro monologue?”. Hace chistes, reta a otros mandatarios, se burla de quienes sirven al Imperio, declara la guerra por un pleito que no es suyo (“Señor ministro de defensa”, dijo cuando el bombardeo sobre Ecuador, “mándeme diez batallones a la frontera con Colombia”). Eso está bien, pero ¿por qué no admite la competencia? Eso le haría mejorar sus rutinas, disminuir sus tiempos. No lo va a hacer porque finalmente Chávez es un socialista y como tal, ama el control estatal sobre el entretenimiento y disfraza la megalomanía de amor patrio.

En la Cumbre de Santo Domingo, después de las acusaciones mutuas entre Álvaro Uribe y Rafael Correa, el comandante no podía marcharse sin decir algo. ¿De qué manera robarse el espectáculo, después de semejante pleito entre mandatarios? Musicalmente: cantando “Quisqueya, la tierra de mis amores”, mientras las risas de los asistentes le hacían suponer que había hecho lo correcto.

Tengo la impresión de que Chávez reparte dinero, educación y todas esas bondades de las que hablan sus simpatizantes, también para que lo oigan. Es el cómico que paga para mantener su audiencia. Comúnmente animoso, socarrón cuando se trata de hablar de los demás, pero incapaz de soportar el ridículo propio (como la foto de Reuters donde parece tener orejas de Mickey Mouse), Chávez ejecuta el sarcasmo para impacientar a sus oponentes. Su discurso es la farsa de la desesperación.

Pero pongamos las cosas sobre la mesa, antes de que algún chavista me descalifique por detenerme en frivolidades. Desde México sólo puedo hablar de presidente venezolano como ídolo pop, como un símbolo cuya música seduce a unos y irrita a otros. Personalmente, sus presentaciones me parecen peor que una recitación de poesía hecha por vogones (aquellos seres de La guía del autoestopista galáctico): un suplicio que carece de cronómetro. Al mismo tiempo, prefiero estar lejos de sus fans porque son como los fans de Maná: cuando les dices “No me gusta lo que tocan”, te responden: “¿Y qué otro grupo ha hecho tanto por las selvas?”.

Postdata del 18 de abril: Según los periódicos, el programa ya retornó a la televisión venezolana, ahora en horario nocturno. No obstante, el Gobierno de ese país aún sostiene que en Los Simpsons "se aprecian elementos con imágenes y lenguaje inapropiados, que pueden influir en el comportamiento y la formación de los niños, niñas y adolescentes". Y ¿saben qué? Siempre lo supimos.

1 comentario:

frontground dijo...

Estimados Bloggers:

Ojalá puedan visitar nuestro blog. Tenemos un evento este jueves 24 y esperamos, si están en Mérida, puedan visitarnos. Felicidades por tan divertido blog.

FrontGround, centro de investigación artística
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