miércoles, 7 de enero de 2009

Mujer, Casos de la Neta Real: La (ex) estudiante de Letras



Conducido por Silva Piñal

Qué tal, amigas, damitas. Como regalo de año nuevo, Odio los blogs trae a todas ustedes otra exclusiva: su nueva serie, un estreno: Mujer, Casos de la Neta Real. Cada capítulo les contará una historia neta-neta-neta, tan real como la de cada una de ustedes. Sin falsas netas. Sin ficciones. Sólo neta-neta-neta. La neta-real. La neta de una mujer, como alguna que ustedes conozcan, como la que les contó la prima de una amiga, como Laurita, la protagonista de nuestro primer capítulo.

Veamos:

Había una vez una ciudad-ranchote muy mochila y aburrida que se llamaba Yunquitlán, donde se creían la capital mundial de las reinas, es decir, que tenían la mayor concentración de reinas por metro cuadrado y millar de habitantes. El himno de Yunquitlán decía: “una reina en cada hija te dio”. La verdad es que había poquitas reinas y las manchaban mucho por pura envidia y competencia por los mejores partidos (potenciales maridos). Las envidiosas querían condenarlas a la mediocridad y al fracaso, a lo peor: a que nunca salieran de Yunquitlán y a casarse con los jodidos de ahí.

El caso es que las señoritas de Yunquitlán solamente cogían analmente y lo mamaban hasta los huevos, como dios manda, para conservar íntegro el himen hasta su noche de boda. Laurita era una reina de Yunquitlán, una señorita, y las no reinas se la pasaban echándole de habladas. Decían que había perdido la virginidad (el himen) con el padre Chispita. Laurita se defendía diciendo que no era cierto, porque el padre Chispita era puto. La prueba era que su hermanito era el que se cogía al padre Chispita como penitencia por masturbarse.

A sus dieciocho años Laurita estaba en edad de casarse bien, de conseguir a un buen partido, pero las echadas de habladas le habían espantado a varios pretendientes que no querían casarse con una mujer sin himen, aunque fuera reina, por lo que formalizaron sus compromisos con no reinas de ano dilatado e himen intacto. Afortunadamente Laurita pertenecía a una familia unida con valores firmemente arraigados, con principios morales sólidos. Tuvo así el apoyo de su amá y de su apá para superarse, para salir adelante, para que hiciese una carrera, que fuera una profesionista, que fuera a la universidad.

Laurita enfrentó entonces el dilema de qué estudiar. Gente bien intencionada, porque claro que la había en Yunquitlán, le recomendó que estudiara para Licenciada en Chef, pero ella se decía a sí misma que ya sabía hacer de comer y tenía miedo de engordar si se metía a esa carrera. Por eso mejor se inscribió a Letras, para ser Licenciada en Letras en Universidad de Yunquitlán (la UdeY). Pensaba que se trataba de hacer tipografía en la computadora, como la que se imprime en los rótulos de mantas y anuncios espectaculares. Sería una buena oportunidad de aprender programas de computación y conocer del negocio de las impresiones.

Laurita pronto se dio cuenta de que la habían engañado, que esa carrera en la que se inscribió no era de letras, sino de libros, y que no se trataba de hacer letras, sino de leerlas. Primero pensó que era como leer las telenovelas, y luego como de echar chisme, porque se trata de la vida de otra gente: que si los celos, el engaño, el amor y el desamor, pero luego luego se desengañó. Para colmo tenía un montón de compañeras nerds, lenteojudas, regordetillas, y de cabello de pelambre que le echaban de habladas y había una maestra, la maestra Cuatrojos, que le tenía muy mala voluntad. La maestra Cuatrojos era una ruca de veintinueve años que usaba lentes, amargada, solterona-quedada (sin hijos, por supuesto), a la que sólo podían pretender los jipis-mariguanos, los viudos teporochos y los chilangos. La pinche loca manchada les había dejado que tenían que leer cuatro libros en sólo un semestre. Y eso fue demasiado para Laurita. Ella podía soportar que le echaran de habladas, pues, total, siempre lo habían hecho; pero lo de los cuatro libros era demasiado.

Su madre, amorosa, responsable y siempre al pendiente de procurar lo mejor para Laurita, fue a la UdeY a reclamarle a la piche loca esa amargada: “Ire, maestra, es que si mija lee tanto, se le van a gastar los ojos, y va a tener que usar lentes, y luego no la van a querer los hombres, edá”. Ajajá, la mamá de Laurita tenía un argumento incontrovertible: a la maestra Cuatrojos no la habían querido los hombres por lenteojuda, porque se le gastaron los ojos por andar leyendo de las vidas de los demás, y ahora quería vengarse de la vida haciendo lenteojudas a las muchachas para que no las quisieran los hombres. Al verse descubierta, la maestra Cuatrojos no pudo ocultar sus malas intenciones. Cínicamente se descaró: “¿sabe qué, señora? Saque a su hija de la escuela y métala a Nuestra Belleza”. Así dijo, la sinvergüenza. “Po sí, edá”, contestó asertivamente la madre de Laurita.

Entonces la mamá de Laurita sacó a su reina de la escuela y la inscribió en Nuestra Belleza. ¡Y ganó! ¡Laurita ganó el Nuestra Belleza del estado! Laurita, entonces su majestad la Reina Laura Primera, fue a concursar a México al Nuestra Belleza México, y todos los pendejos expretendientes se quedaron más pendejos y lamentándose y bucándola para ofrecerle matrimonio, pero no, Laurita ya no los peló, por rancheros. Y sus compañeras de Letras la buscaban para felicitarla y decirle que ellas siempre la habían apoyado y que la querían mucho y que estaban muy orgullosas por ella. Y la maestra Cuatrojos, muy pinche ardida, decía que algún narco le habría pagado su éxito.

Ahora, Laurita está a punto de debutar en televisión como conductora y es novia de un muy buen partido. Es una triunfadora y no hace caso de envidias. Nos demuestra que se puede superar la adversidad, que cuando todo está en contra se puede salir adelante, que los errores no son irremediables y que con trabajo y tenacidad los sueños se pueden hacer realidad.

Amigas: esto ha sido todo por hoy. Ojalá que hayan aprendido algo positivo de esta historia que es neta-neta-neta, que se lleven una bonita idea que puedan aplicar a sus vidas para ser mejores.

Hasta la próxima y sean felices.

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Nota: los nombres de personas y lugares de esta historia han sido cambiados, aunque no lo parezca, para que no haya pex.


1 comentario:

Anónimo dijo...

Jajaja buenísimo!!!