lunes, 14 de marzo de 2011

Visitando a un viejo amigo




Desde que la semana pasada descubrí la existencia de algo llamado Google Maps (sí, vuelva a reírte Fiera) he tomado la sana costumbre de ejercitar la nostalgia. Siendo Campeche una ciudad subdesarrollada y paralizada en el tiempo, no me extrañó toparme en mi caminata virtual con un terreno baldío donde ahora (tiempo real) nos abofetea con su fealdad el casino donde las señoras campechanas van a despilfarrar los sueldos exiguos de sus maridos. Otra buena noticia del atraso virtual de Campeche es que a pesar de haberme ido hace más de un año, mi fiel Rocinante blanco permanece en la cochera de mis padrinos, mi hogar dulce hogar por más de cuatro años.



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Esta mañana decidí ejercitarme más de la cuenta. Caminé hasta la casa de mi querido amigo Wil, alias, el putito reportero con sobrepeso amante de los putitos del Real Madrid y de la Pepsicola. 40 minutos después toqué a su puerta con la firme intención de platicar de los viejos tiempos cuando saturaba de posts este bonito blog rosa. Por desgracia, nadie
me abrió.



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P.D. Gordo de miarda, espero desandes mi caminata y me toques a la puerta. Yo sí te voy a abrir. Tomate tu tiempo, se que te detendrás en cada tiendita de la esquina para tomar oxígeno y/o hidratarte con Pepsi (el refresco de cola oficial de los putitos); calculo que te veré la sudorosa y mofletuda jeta hasta dentro un mes, aproximadamente el 17 de abril, a la hora del Clásico, o tal vez, el 20 de abril, para la final de la Copa del Rey. Yo pongo la comida chatarra y las Pepsis que tanto te gustan (ni manera, todo sea por los viejos tiempos, espero no volverme puto).

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