sábado, 2 de abril de 2011

Pildorita al servicio de la comunidad: porfis, páguenles


Este patético comercial tiene como dos años de antigüedad, lo sé, pero como mi chica me lo acaba de enseñar, lo comparto con ustedes. Veámoslo y luego despotricamos.





http://www.youtube.com/watch?v=Rvd4mHRYAO0


Alex Lora es una señora. Y yo no me trago eso de que es una leyenda del rock nacional, una institución, el Benito Juárez de la música, alguien al que se le debe perdonar todo lo que haga por su interminable (e insufrible) trayectoria. Ni madre, ni que fuera Bob Dylan, Sabina o Woody Allen. Además, ¿qué trayectoria? Desde que tengo uso de razón la gente lo viene perdonando por las horrendas canciones que compone. Si por mí fuera, lo hubiera mandado apedrear en el Zócalo luego de este horror. No mamen, no hay pudor.

Les digo que Alex Lora es una señora. Según él, muy transgresor con su música de dos pesos, exigiendo justicia al gobierno fascista, pero a la mera hora de demostrar que es un ciudadano responsable, o ya ni eso, una persona jodida como cualquiera, usa sus influencias para sacar de la cárcel a su hijita alcohólica y drogadicta que atropelló con su coche a un mexicano jodido de los que tanto habla en sus pésimas letras. Y por si fuera poco, el retoño de Alex volvió a las andadas:





http://youtube.com/watch?v=dRBDneUyaEo


Y ahora esto, todavía más imperdonable que lo de la hija.

-¿Si fuera taquero, me pagarías, no?

Chinga tu madre, Alex Lora. Hace una semana que no me puedo sacar su voz de la cabeza. Y además se hace acompañar con otro pobre diablo, Alex Syntek. Un imbécil probado. “El genio de la música”, como lo conocen en Televisa. No hay pudor. Le haría un bien a la sociedad si en vez de torturarnos con su música (AQUÍ lo hizo subsidiado por nuestros impuestos), nos tasajeara como reses en el Seguro Social.

Y no me voy uno por uno con los “artistas” que aparecen en el comercial que escupen ignominias como las dichas por el mayate de Camila (que, dicho sea de paso, no escatima en parafernalia para tratar de hacernos creer que está guapo; cree que nadie va a darse cuenta de lo que habita entre su peinado estrambótico y su camisetita brillosa, pero el ojo entrenado para ignorar esas cosas puede ver con claridad a uno de los indios más espantosos que jamás han caminado sobre la faz de la Tierra): “es que piensan que la música es gratis”, o la dicha por el enano de Microchips “eso es igual a pensar que la música no cuesta y no vale”, de lo contrario, este post además de infinito, sería reiterativo en adjetivos hirientes e insultos.

Lo único que puedo decir al respecto de esta ley luego de dos años, es que me alegra que nadie les haya pagado un puto centavo. Además de que quedara en evidencia que las marionetas de las disqueras no les interesa un carajo la música, solo el dinero. Componen pensando en signos de pesos, no porque hacerlo les produzca algún tipo de satisfacción. Y al vernos desde lo alto de los escenarios nos miran con desprecio: una masa amorfa de carne que les debe dinero para poder comprarse sus consoladores extra grandes.

Los negocios la tienen muy fácil: dejen de poner la pésima música de esos pobres diablos y dense a la tarea de escuchar las propuestas musicales de verdaderos artistas, desde los nativos de su propio barrio hasta los que viven en los confines más recónditos del planeta, los van a encontrar a todos, y gratis, en Internet. Eso de “revolución informática” no es un término que se haya creado a la ligera; el mundo y todos los aspectos de nuestra vida cotidiana realmente han cambiado, pero estos tarados quieren que el panorama musical se conserve como hace quince años (yo también desearía que la industria editorial fuera un negocio pujante, lleno de vida, pleno de oportunidades, y no un cadáver putrefacto del que algunos gusanos seguimos alimentándonos simplemente porque no podemos imaginarnos comiendo otra cosa). Las taquerías no están lucrando con la música, sino con los tacos. Si de repente tienen que pagarle a los músicos para poner un disco en su establecimiento, ahora también los “artistas” estarían lucrando con los tacos. Me jodí. Espera dentro de dos años el anuncio en el que Lou Bega, Caballo Dorado y la alineación original de Mestizzo, te pedirán que les pagues regalías por tocar en tu boda o graduación su propiedad intelectual. Digo, es lo justo: ¿a poco no estaría aburridísima tu boda sin el “Mambo #5”?

Si a los “artistas” (pobrecitos de ellos) nos les deja dinero la música, pues que se vuelvan taqueros o doctores (si les da el cerebro). Ahí es donde está la lana. Les prometemos que sí les vamos a pagar. Y también les damos nuestra palabra que no regresaremos a comer a su changarro pulguiento o a consultar con ellos porque al igual que en la música, son nocivos para nuestra salud.

P.D. Si tienes un disco de El Tri (vergüenza te debería dar) no se lo prestes a nadie, menos lo pongas en una borrachera con los nacos de tus amigos, recuerda que es un delito, a menos claro, que le pagues a la SACM.

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