miércoles, 29 de enero de 2014

Mejorando la publicidad


La publicidad, en su inmenso porcentaje, es escalofriante. Un simple anuncio de pizzas toma un rumbo macabro al elegir como vocero de la campaña a la persona equivocada.



Es decir, a un señor de mirada libidinosa, que más que sugerirte que pidas una pizza pareciera que desea pedir otra cosa. Cosa que en Pildorita de la Felicidad sabemos de sobra qué es.   


lunes, 27 de enero de 2014

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sábado, 25 de enero de 2014

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jueves, 23 de enero de 2014

Aprendiendo del mundo del cine


La vida es una hija de puta, ayer te nominan al Óscar y hoy te codeas con Ana Claudia Talancón.




martes, 21 de enero de 2014

Mérida Fest


En un ataque de originalidad, el Ayuntamiento de Mérida nos deslumbra con esta campaña publicitaria muy creativa.






domingo, 19 de enero de 2014

Vendiendo falsas esperanzas


En diciembre del 2012 publiqué mi primera (y única novela). No fue sencillo. Como todo aspirante a intelectual, con la ayuda e integro subsidio de Fiera, encuaderné decenas de borradores de mi opera prima, luego, con manos temblorosas las empaqueté y envíe a todas las editoriales de prestigio. Al recibir rotundas negativas, repetí el proceso, enviando los paquetes a editoriales de segunda división. Al no recibir respuesta, en un acto patético y desesperado, hice un tercer intento probando con las editoriales del inframundo. Tampoco funcionó. Mi novela les voló la cabeza pero no tenían recursos para publicarla.

Para no hacer largo el cuento, sospecho que ya lo he contando mil veces, en un acto heroico, Rafa Fernández, sin duda el mejor escritor en lengua castellana que existe (y por mucho), escuchando a su guapa e inteligentísima esposa bielorrusa, arriesgó sus ahorros para publicar Mala Racha.

Pese a pronóstico, el tiraje se agotó en menos de un mes. De ese día hasta la fecha, invariablemente, cada mañana descubro en mis mensajes privados del Facebook comentarios como el que acaba de llegar en este instante mientras escribo este post:


A todos les respondo lo mismo. Que tengan paciencia. Que pronto sacaremos la segunda edición. Sin embargo, en el fondo, sé que es mentira. Tengo el oscuro deseo de ser de los contados escritores en el mundo en haber publicado una sola novela en su vida (por voluntad propia), de muy pocos ejemplares, para que al morir pueda premiar a quienes creyeron en mí; imagino que los 250 libros de Mala Racha valdrán una fortuna en el año 2050.   

Por desgracia mi lado capitalista constantemente estrangula a mi lado romántico, diciéndole:

-Idiota, desempolva todos esos conocimientos empresariales que aprendiste durante 5 largos y tortuosos años en la universidad, has creado involuntariamente tanta expectación en la gente durante más de un año, que cientos de ellos, que antes ni por error te hubieran leído jamás, ahora se ponen de rodillas por hacerse con tu libro, incluso escritores de renombre te escriben mails solicitando tu novela.

-Ghhszarrr… -masculla entre dientes mi lado romántico al borde del estrangulamiento, intentando decir que quiere ser recordado como el escritor que se negó a vender su novela en venganza a todos los que no creyeron en él en su momento.


-Silencio basura, lo que vas a hacer este 2014 será publicar la segunda edición de Mala Racha, también en todas las versiones digitales existentes, de lo contrario el próximo año nadie se acordará de ti, y dejarás de recibir mails como este que ya quisiera recibir el muerto viviente de García Márquez o la momia de Poniatowska que arrumbó tu libro en algún tenebroso rincón de su sarcófago.  


lunes, 13 de enero de 2014

Campechanidades


En la década pasada, antes que reventara en todo su esplendor el Facebook y Twitter, los blogs eran el medio de esparcimiento más socorrido por quienes delante de los monitores de computadoras, intentaban disipar de sus cabezas la tentadora idea de arrojarse a La Ría con una piedra atada a los pies, al ver cómo sus sueños se diluían por vivir al servicio de un trabajo y un jefe que aborrecían.

Sin ánimo de pedantería, puedo afirmar que este blog era uno de los más visitados. Tanto, que quien escribe estas líneas, tuvo que salir huyendo de Campeche por las constantes amenazas de muerte que recibió de algunos políticos y/o orgullosos ciudadanos campechanos quienes se sintieron agraviados al ver que en el ciberespacio se “ridiculizaba” a la ciudad más pintoresca del mundo.

Me alegra que la estafeta la haya tomado otro medio, quien hace un par de días nos recordó para qué vinimos a este mundo (hablo en plural, Pildorita no es solo mía), ahora que somos unos treintañeros con sobrepeso y principios de alopecia, refundidos en trabajos que constantemente nos tientan a meternos un balazo en la cabeza.   


P.D. Buenas noticias a todos los seguidores de Campechanidades, en España publicaron una novela que describe e inmortaliza a un Campeche que la civilización está empeñada en asesinar a punta de franquicias, casinos y centros comerciales. 


sábado, 11 de enero de 2014

Malditas redes sociales


Cuando estaba en la preparatoria, mamá se las ingeniaba para avergonzarme públicamente de diversas maneras; su preferida era gritarme por los pasillos del colegio:

-¡Hola bebéééééééé!

Ahora que soy un señor de 33 años, ocurre esto:


P.D. Son las 5 p.m. y sigo en la oficina. ¿Quién dijo que trabajar como creativo en una agencia de publicidad era divertido?