jueves, 12 de junio de 2014

Día 1




Las inauguraciones de los Mundiales sólo interesan a las mujeres, ningún hombre que se dé a respetar quemaría un cartucho reportándose enfermo en el trabajo para ver a personas disfrazadas de espárragos haciendo Tai Chi, semillas exóticas rebotando en trampolines elásticos y cascaras de ajo danzando sobre el terreno de juego.  

Sin excepción, todos los países anfitriones cometen el mismo error: querer mostrar al mundo su cultura e historia en 15 minutos, cuando lo único que tienen que hacer es poner un carro alegórico lleno de mulatas semidesnudas o modelos de Victoria´s Secret.  

Si acaso, las únicas inauguraciones que “valen la pena” son las de las Olimpiadas, aunque en realidad siempre sean más interminables y aburridas que los festivales infantiles de escuelas privadas.

De haber asistido al estadio de Brasil, estoy seguro que me hubiera comportado como mi papá el día que se aventuró a ir a una discoteca en el spring break de Cancún, cuando tuvieron que sacarlo con lujo de violencia de La Boom por ponerse a aventar hielazos a las pantallas porque en vez de programar videos de mujeres en bikini pusieron un maratón de caricaturas de Bugs Bunny.

Sin temor a equivocarme, lo más rescatable de la inauguración de la Copa del Mundo Brasil 2014 ocurrió al minuto con 27 segundos cuando una legumbre perdió el paso y rodó por el suelo.


El desliz de la legumbre parecía ser un presagio de lo que ocurriría en la cancha minutos después. Sin embargo, para alivio (y con la ayuda) de la FIFA, todo quedó en un susto. La legumbre sólo resultó ser la sobrina de Marcelo.

Brasil jugó horrible y ganó como siempre, confirmando mis cada vez más fundamentadas sospechas de que las historias del Brasil de 1970 y 1982 son mera mitología que de niños nos contaban nuestros padres y abuelos para engancharnos al fútbol en vez de inclinarnos por el ballet.  

Por su parte, no todo está perdido para Croacia, la vitrina que ofrece jugar en una inauguración le abre la puerta al director técnico Niko Kovač para que los visores de las casas productoras de Hollywood le contraten para encarnar al villano balcánico en la nueva cinta de James Bond.  


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